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domingo, 25 de marzo de 2012

Bio

Concebido un atardecer ante el guiño de una luna menguante que ya asomaba, en un lejano valle, sobre la hierba seca de la estepa, en el vientre de una mujer silvestre de ojos limpios y labios ardientes. Hijo de un viajero docto y con aire elegante que perdió los modales y encontró la decencia entre las piernas y los brazos de una extraña corazón de fuego, que le robó el alma con su mirada.

Eso me narró una tía adoptiva, que me crió desde que desaparecieron y no volví a saber de ellos. Apenas los conocí.

Un borracho en una cantina me dijo que él la conoció, que era prostituta fina en la Ciudad de México. Mucho más acá de las grandes estepas. Una hermosa prostituta de corazón generoso, que por ayudar a un hombre perdido, con asilo y comida, terminó procreándome accidentalmente entre palabras dulces de amor y el frenesí casi adolescente que aquel hombre sentía por sus caderas. Un poeta mendigo con el vigor íntimo de un toro.

"Cecilia y Luterio", dice el tejido en la cobija con la que me cubrían del frío por las noches desde pequeño. La misma que sirvió de colchón aquella noche que me procrearon y que mi padre guardó con devoción por año y medio, hasta que se enteró que Cecilia había parido un hijo suyo y la buscó como un loco, hasta encontrarla y darme su nombre.

jueves, 22 de marzo de 2012

Sobre el objeto de la filosofía en la vida común (reflexión)

Una buena filosofía, en algún punto, se convierte en una filosofía práctica y como tal, siempre busca, de algún modo, lograr que las personas dejen de hacer lo que están haciendo, o lo hagan de un modo distinto, o lo hagan con otra actitud, lo que a la larga se convertirá en decisiones diferentes, en acciones diferentes, en una vida diferente. Y así es como la filosofía cambia el mundo. Pero aunque los cambios se quedaran únicamente en la mente del que filosofa, para él el mundo ha cambiado para siempre.

sábado, 17 de marzo de 2012

Aborto (reflexión)

El aborto podrá ser un problema moral o religioso, del que nadie puede asumirse poseedor de la respuesta. Pero no es un problema legal. No se puede obligar con la ley a una mujer a aceptar en su cuerpo y engendrar a un ser que no desea. Sin embargo, parece obligado para toda sociedad humana sana hacer comprender a la embarazada que su infelicidad por tal situación no es tan importante como la muerte de un nuevo ser, que su felicidad no es más importante que la vida de la criatura, y empujarla por cuánto sea humanamente posible, incluso de modo ilegal si es necesario, puesto que la vida es más importante que la ley, para que lo engendre y cuide hasta que alguien más, sino ella, pueda hacerse responsable de su crecimiento y maduración.

La ley tampoco debe ser cómplice del aborto a modo de facilitarlo o procurar los medios para realizarlo, ni aún que sea para salvaguardar la salud de la abortante. El riesgo que ella corre es por cuenta propia. La ley no debe elegir entre la vida de la madre y el hijo. Como tal, el aborto, debe ser asunto privado y no público, en tanto que el nuevo ser no nazca.

El médico que realiza un aborto tampoco debe ser perseguido por la ley, en tanto que la decisión es privada de la madre, aunque fuese moral o religiosamente una mala decisión.

Erik Quintanar

martes, 13 de marzo de 2012

Veintidós veintidós, la obra (relato)






Hace un par de semanas asistí con mi madre a ver la obra veintidós veintidós de Odin Dupeyron en la que él mismo actúa a dueto con Mauricio Ochmann. Por azares del destino, por lo que sea, un colega me vendió un par de boletos que promovían para obra benéfica y me decidí.


Me gustó la obra. Pese al frío que padecimos cuando encendieron ingratamente la ventilación del teatro, me divertí, me reí bastante, me gustó compartir ese momento con mi madre y, sobre todo, hice valer el objetivo de la obra: me traje cosas para reflexionar. El tema, el valor de la vida una vez arrojados a la muerte.


La puerta al tema se abre en la pregunta “… ¿de qué no te quieres perder?” lanzada desde el programa de mano como parte del slogan y la acción comienza en la determinación dignificante de un suicida.



Mauricio Ochmann interpreta a un hombre atormentado por la ruindad de su vida, que le ha venido convenciendo que su vida no es de él. "Al menos quiero ser dueño de mi muerte", lanza a su grabadora, mientras declara el testimonio que habrán de encontrar quienes lo hallen muerto una vez consumado su final. La vida lo ha tratado mal, el hombre meditabundo explica y da cuenta del porqué ha decidido “adelantar” su muerte, dejando a sus dos hijos pequeños al destino, de la mano de la mujer que lo dejó y se casó con otro. 

Odin Dupeyron representa a un personaje llamado ATT que acude en un espacio-tiempo entre la vida y la muerte, a levantar el reporte de las circunstancias y a facilitar el final de la vida, y que es el encargado de “cantar” la muerte. Un personaje comiquísimo, indispensable para finalmente comprender porqué no se debía morir. 

El ATT complace al suicida antes de su momento final al responderle algunas preguntas que todos quisieran saber antes de morir, antes de que su muerte sea definitivamente “cantada”. ¿Qué hubiera sido de él si no muriera? ¿Qué sería de sus hijos? ¿Qué razón tendría vivir? ¿Qué será de uno después de la muerte? ¿Debió seguir viviendo? 

Es una obra entretenida, divertida, y reflexiva, con un mensaje filosófico claro que cualquiera deberá aprender para poder vivir y gozar la vida, con una contundente ausencia de dogmatismos y religiosidad salvadora: Ser responsables de sí mismos.

Las actuaciones de Dupeyron y Ochmann me parecen muy adecuadas al objeto de la obra.



La obra se representa en el Teatro Ofelia de la Ciudad de México y es muy recomendable por $350.00 en taquilla.


Erik Quintanar

domingo, 11 de marzo de 2012

Internet y el mundo de los sentidos.

El mundo está lleno de información, cada vez más abundante, sin por ello tener necesariamente mayor alcance. Es complicado tener una opinión salvadora de la vida entre toda esa maraña de estímulos e ideas que nos invaden los sentidos y la mente. Algo a qué sujetarse. No queda más que ser un auténtico surfista con las piernas y las manos, una caldera en el corazón y una noche silenciosa en la mente.

jueves, 8 de marzo de 2012

Día Internacional de la Mujer (reflexiones)

Una sociedad donde el desarrollo de sus mujeres está atrasado, es una sociedad atrasada. A no ser que supongamos que el hogar (sin excluirlo, pero sin hacerlo forzoso) la pasividad y la obediencia al hombre son el único desarrollo que debe tener la mujer.

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Si festejamos (conmemoramos) el día de la mujer, es porque 364 días del año (al menos) no hay igualdad con la mujer. Si festejamos (conmemoramos) el día de la igualdad de los sexos, es porque 364 días (al menos) no hay igualdad entre los sexos. Si instauramos el día mundial contra el sexismo y la exclusión será porque 364 días (al menos) hay sexismo y exclusión. Si decidimos festejar el día del amor (otro) y el respeto entre los sexos para borrar el sesgo de exclusión inherente a un festejo así, es porque 364 días (al menos) no hay amor ni respeto entre los sexos. Si no decidimos instaurar el Día Internacional del Hombre para equilibrar la balanza (o para ocultar la violencia contra las mujeres) será porque nos gana la vergüenza. Y aún así parece tan contradictorio y primitivo festejar o conmemorar un día como el Día Internacional de la Mujer. Habríamos de acordarnos lo maravillosos que somos ambos sexos los 365 días del año (al menos) y actuar con amor y respeto en consecuencia.

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#MujeresPónganseAlPedo. La dominación y la violencia parecen normales si el dominado y violentado no se pone al pedo. Así somos de animales. Hasta que un par de ojos nos obligan a mirarlos para comprender que en ellos se refleja un ser digno, y entonces crecer.