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miércoles, 4 de diciembre de 2013

¡Que vivan las putas!






Me gusta la actitud. Sin embargo, si redefinimos la "putez" como una actitud de libertad sexual, que no implica remuneración, y menos aún implica calidad moral, aún así subsistirá una diferencia difícil de evitar nombrar, entre mujeres que se autoprodigan el placer sin restricciones morales (o moralinas) y las que son más bien recatadas.


 Es cierto que para el caso masculino no es muy clara la demanda social de diferenciar nominativamente a los que tienen hábitos "libertinos" de los que son más bien "recatados", pero esas diferencias existen finalmente, y como todas las cosas diferentes, requieren nombres diferentes. 

Reapropiarse un adjetivo peyorativo como acto de rebeldía es muy interesante, pero seguro caemos en un juego interminable de reapropiaciones y redefiniciones, pues los que quieren criticar a las mujeres por su liberalidad, hoy les llaman "putas", pero si les roban el significado de su insulto, mañana les llamarán de otro modo igual de despectivo. Esa dialéctica de la rebeldía es excitante, aunque me cuestiono sobre su utilidad.

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