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domingo, 19 de febrero de 2012

El Veto de Chivas al diario Récord. Libertad de expresión: Análisis

Conceptos clave: Institución privada y pública, Veto, Censura, Deporte-Espectáculo, Profesionalismo, Verdad, Justicia, Democracia


Artistas, músicos, intelectuales y periodistas de todos los frentes y perfiles políticos, destacado los que suelen defender valores democráticos, parecen expresar al unísono su rechazo a las acciones de veto de la directiva del Club Deportivo Guadalajara contra el diario deportivo Récord. Al menos así lo presenta el propio Récord, aunque también algunos comunicadores de otros medios importantes y destacados líderes de opinión.

La discusión se centra en que el acto realizado es un Veto. Ya no importan los argumentos ni las razones y motivaciones que dieron origen a ello ni de si se trata de una institución privada, aunque de interés público. El veto en sí mismo acapara todos los reflectores y se le declara terrible per se. Porque es antidemocrático, autoritario, la expresión más terrible y primitiva del ser humano que arrastra al abuso y la injusticia. Nadie lee ni oye más allá. Todos apuntan con el dedo a quien ha osado vetar a un medio de comunicación, en una tierra que pretende ser democrática y por ende, hogar de la libertad de expresión. Pero alguien debería poner un poco de freno a todo este frenesí “inquisidor” contra los injustos y autoritarios dueños de un equipo de fútbol.

Sin pretender ser abogado del diablo, ¿quién se detiene a reflexionar sobre el origen integral del escozor que provoca esta situación?¿Quién se detiene un momento a revisar si acaso no también el diario deportivo ha incurrido en injusticia, en falta de profesionalismo, en instigación al desorden y el odio. En la tierra de la libertad de expresión, valor democrático fundamental, los fariseos se arrancan las vestiduras en defensa de los sacrosantos medios de comunicación que velan estoicamente por nuestro derecho a la “información” y encabezan nuestro derecho al libre pensamiento y libre expresión. Bueno, hasta Paty Chapoy reclama su lugar en el santoral.

Y no es que esté mal, ni mucho menos, si bien, por el contrario, es necesario que defendamos el derecho a la libre expresión ante cualquier amenaza del poder público que atente contra la democracia, la verdad y la justicia, es necesario que aprendamos a analizar con más cautela los hechos cotidianos y distinguir lo que es diferente de lo que es igual, para pensar y actuar ordenadamente y con rumbo.

A nadie importa, nadie se detiene a revisar si es verdadero el argumento, o razón, o motivo, de los miembros directivos, sobre que existieron amenazas de muerte por el ambiente de odio contra algunos de ellos (no importa si sólo fue por Twitter, una amenaza de muerte siempre debe ser tomada con toda la seriedad posible, so pena de no tener a quien echarle en cara el arrepentimiento cuando es demasiado tarde)

Para empezar, considero que debemos percatarnos que no es lo mismo veto que censura, ni tampoco toda censura es antidemocrática por sí misma. Como tampoco la libertad de expresión puede significar libertad de injuria, malinformación y mentira. Una distinción análoga, o mejor dicho, analítica, es la distinción entre Libertad y Libertinaje que tan familiar es a los predicadores religiosos cuando tratan de conducir nuestras vidas. Pero sin apelar a argumentos moralinos, es preciso que analicemos con la misma severidad a quien es autoritario y antidemocrático, que a quien malinforma, desinforma y pervierte la opinión pública, con fines económicos, perversos ingenuos o cualesquiera que sean, llegando a desatar caos y agresiones a las personas. Y digo analizar, mucho antes que decir sancionar, pues habremos de arrojar la primera piedra antes de poder hacer eso.

Vetar a un medio periodístico o de comunicación no significa censurar su libertad de expresión. Máxime cuando el veto no es ejercido por una autoridad pública, sino por una entidad privada. Hemos de analizar que si bien lo ideal es que cada persona o institución sepa responder con madurez ante cualquier ataque, ya sea falso o verdadero, antes de recurrir al veto, vetar habría de ser un derecho inalienable de cada uno de nosotros cuando no podemos o no queremos convivir y ser amables y hospitalarios con quien sentimos que nos agrede. Vetar a un periodista, persona, empresa, o quien sea, no debe ser confundido con un acto de censura que reprime la libertad de expresión, también condición inalienable para que exista justicia y democracia.

Ahora bien, si bien es cierto que debemos sacar nuestras garras y mostrar los dientes ante cualquier intento de la autoridad pública de censurar la libre expresión de los ciudadanos, la censura como tal, no necesariamente es antidemocrática si analizamos con madurez y dejamos de arrancarnos el pelo libertario. Aunque sí lo es la forma en que suelen hacer uso de ella los gobiernos.

Pero es preciso que tengamos claros los objetivos de toda discusión para no ser campechanos y viscerales, antes que útiles. El meollo de todo este asunto no puede ser, a mi entender, otro que la búsqueda de un mejor fútbol mexicano, entendido en su doble dimensión de deporte-espectáculo, y por tanto, con una labor social y un compromiso con el público. Ahora que, el tema se ha exacerbado porque trastoca, o creemos que trastoca, valores fundamentales de nuestra vida pública, en donde el objetivo finalmente sería un mejor país, un mejor México, en tanto sentimos vulnerados los pilares de la democracia que ha de darnos la justicia.

Pero si bien debemos desterrar de nuestros corazones todo intento de autoritarismo para garantizar que nuestros pueblos no vuelvan a caer en el error y terror de la dictadura y el totalitarismo, para lograr un mejor país es indispensable también que nos apeguemos cabalmente al principio de la Verdad, y es ahí en dónde tenemos que poner énfasis en los medios de comunicación que suelen ser faltos de veracidad, o cuando menos, faltos de profesionalismo. Amarillistas, pues.

El profesionalismo es un deber moral que uno adquiere al cobrar por algo o prestar un servicio, un deber con el beneficiario(s) de tal servicio. Y es el deber de hacerlo bien y conforme a los parámetros establecidos por la sociedad y autoridades en la materia que velan por el interés general. Y si bien, a los dueños de los equipos de fútbol suele faltarles comprender que sus empresas (equipos) son más que una empresa privada, que son de interés público y popular, para poder desempeñar un profesionalismo cabal en su área directiva, también nuestro periodismo necesita crecer a pasos agigantados para acercarse al profesionalismo que necesita un mejor México.
Es preciso que se establezcan adecuadamente y legalicen criterios, si no de verdad, si por lo menos de veracidad, para poder juzgar y en su caso sancionar a quien alevosa o irresponsablemente difunda información infundada. El riesgo de poner en manos de las autoridades el poder de juzgar lo que es verdadero y lo que no lo es es grande, muy grande. Sin embargo, el tema no debe soslayarse. Más de uno en el mundo ha muerto por chismes y acosos iniciados por algún periodista o medio de comunicación sin escrúpulos, escondido bajo el regazo de la libertad de expresión. Necesitamos criterios de veracidad bien establecidos y penas suficientes para quienes atenten contra ellos.

La pregunta ahora sería ¿qué debe hacer una persona, empresa o institución cuando un medio de comunicación difunde (y si lo hace reiteradamente) información que considera falsa y/o agraviosa? ¿Cómo se debe responder a los periodistas que suelen publicar cosas que nos afectan y que consideramos falsas? Debe haber alguna respuesta que eleve la calidad de ambos.


Erik Quintanar

1 comentario:

  1. Es tiempo de averiguar si el 4° Poder de México siguen siendo los Medios con su Prensa o la FeMexFut con el Tri

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