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sábado, 17 de marzo de 2012

Aborto (reflexión)

El aborto podrá ser un problema moral o religioso, del que nadie puede asumirse poseedor de la respuesta. Pero no es un problema legal. No se puede obligar con la ley a una mujer a aceptar en su cuerpo y engendrar a un ser que no desea. Sin embargo, parece obligado para toda sociedad humana sana hacer comprender a la embarazada que su infelicidad por tal situación no es tan importante como la muerte de un nuevo ser, que su felicidad no es más importante que la vida de la criatura, y empujarla por cuánto sea humanamente posible, incluso de modo ilegal si es necesario, puesto que la vida es más importante que la ley, para que lo engendre y cuide hasta que alguien más, sino ella, pueda hacerse responsable de su crecimiento y maduración.

La ley tampoco debe ser cómplice del aborto a modo de facilitarlo o procurar los medios para realizarlo, ni aún que sea para salvaguardar la salud de la abortante. El riesgo que ella corre es por cuenta propia. La ley no debe elegir entre la vida de la madre y el hijo. Como tal, el aborto, debe ser asunto privado y no público, en tanto que el nuevo ser no nazca.

El médico que realiza un aborto tampoco debe ser perseguido por la ley, en tanto que la decisión es privada de la madre, aunque fuese moral o religiosamente una mala decisión.

Erik Quintanar

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